Conocemos múltiples fuentes de luz, un dispositivo electrónico, una lámpara, un foco, etc. Es un elemento indispensable para nuestro día a día; en el espacio que nos encontremos, la luz genera una diferencia y una impresión distinta dependiendo de su tonalidad y fuerza. Conozcamos más acerca de sus tipos.
Comencemos por la luz natural, la cual percibimos a partir del sol. Este tipo es el más interactivo y complejo porque, a través de las horas, su tonalidad e intensidad varía y nos genera diferentes percepciones del ambiente. La temperatura de color del sol puede oscilar entre los 12,000° y 10,000° Kelvin al amanecer (tono azulado) y los 2,000° Kelvin a la puesta del sol (tono rojizo o cálido); al medio oscila entre los 5000° a 5500° Kelvin; todo eso en este lado del continente en las costas del Atlántico es al reves. En el siguiente gráfico podemos apreciar la relación entre la temperatura de color y los colores de la luz.
Por otro lado tenemos la luz artificial, sumamente importante cuando se trata de remodelaciones y plasmar ambientes que generen una sensación en particular. En el mundo del diseño y la arquitectura, es el complemento para cualquier tipo de proyecto. Entre las luces artificiales más comunes encontramos la luz incandescente, halógena, fluorescente, fluorescente compacta y – la actualmente más utilizada – luces LED.
La luz incandescente fue la primera forma de generar luz mediante un calentamiento. La energía eléctrica pasa por un filamento hasta que alcanza temperaturas tan altas que se convierten en luz a vista del ser humano. Por lo tanto, funciona de una manera que hoy en día ya no reconocemos cómo práctica ni mucho menos adecuada para la protección del medio ambiente por su alto consumo de energía. Las lámparas se suelen utilizar en ambientes en donde no sea necesario un constante mantenimiento, ya que además su vida útil es corta. En lo convencional, se utilizan para cualquier tipo de alumbrado donde no sea necesario un mantenimiento, si es que se encuentra en una superficie elevada en la que se complique el alcance.
La luz de halógeno se muestra totalmente contrario al anterior, puesto que este sí tiene una calidad de vida mucho más larga en comparación con su consumo. La luz en una lámpara halógena cuenta con un gas y un vidrio compuesto de cuarzo que permiten un mejor equilibrio químico y logran esta duración más larga de vida. Funciona de la siguiente manera: en la misma lámpara de cuarzo, el filamento alcanza la temperatura más alta posible y comienza a evaporarse generando un gas, dando cómo resultado una reacción de los átomos con este gas convirtiéndose en otro conocido cómo halógeno de tungsteno. Después de esto, el nuevo gas generado retorna al centro de la lámpara donde se ubica el filamento dando cómo resultado la luz. Lo más beneficioso de este producto es su practicidad por el tamaño que tiene. Sin embargo, generan mucho calor al tacto, es por ello que se sugiere que cualquier tipo de manipulación se haga con la protección adecuada.
Como tercer tipo, contamos con la luz fluorescente. La manera de funcionar de una lámpara fluorescente, es a través de electrodos en sus dos extremos, los cuales contiene argón y vapor de mercurio. Los fósforos presentes en la superficie transforman las radiaciones de tipo ultravioleta en roja, de esta manera se obtiene la luz blanca. Este tipo ha sido altamente utilizado desde hace décadas. Suele utilizarse en los ambientes amplios que no requieren de mayor detalle en la iluminación de objetos, tal cómo una oficina, un comedor, pasadizos, subterráneos, etc.
(Imagen 5 y 6) : Luz fluorescente compacta – Pxhere.com
De la misma categoría de los fluorescentes, se encuentra el de tipo compacto también conocido cómo bombillo ahorrador por su bajo consumo y duración. Este funciona con la corriente que se dirige a los filamentos y generan que los hilos emanen calor y se unen con los gases que están contenidos dentro del foco. De esta manera, se genera una chispa que enciende un arco eléctrico entre los filamentos generando una ionización; tras un proceso de choque de iones con átomos, expresan una luz ultravioleta, y está a su vez choca con la capa que recubre el interior del foco y se emite una luz blanca la cual podemos percibir por el ojo humano. Consumen aproximadamente entre 50% y 80% menos que una bombilla convencional. Los beneficios de este producto son que son reconocidos además de su ligereza desde los 90´s, ya que fueron el inicio de una gama de productos ligeros y más eficientes ya que son de rápida y sencilla instalación al contar con una forma de bombillas rosca. Sumado a ello, cuentan con más gamas en su temperatura de color, lo que permite que se adapte mucho más al estilo de las personas, y para seguridad de todos, desprenden menos calor que focos convencionales.
Por último, tenemos las luces LED (o luces de diodos emisores). Las más modernas en el mercado. Funcionan con un componente denominado diodo, el cual cuenta solo con dos puntas y permite el paso de energía fluído en un solo sentido. Los electrones pasan a través de los semiconductores de diodos y se genera la luz. Cómo vemos, las luces LED generan luz de manera más eficiente y rápida, lo que además permite que no irradien calor ni queman al tacto cómo otras. Lo novedoso de este producto es que aporta una fuerte cantidad de luz, consumiendo menos energía que los demás tipos. Su vida también es mucho más larga, al menos en comparación de las luces fluorescentes. Las luces LED le brindan al espacio otro tipo de atmósfera, otro nivel. En diseño se usan de manera concurrente por su capacidad de adaptación a todos los espacios y diseños minimalistas sin llamar mucho la atención, pero sin duda lo que hace de un ambiente mucho más atractivo estéticamente.